sábado, 21 de noviembre de 2009

El vino: Oro rojo y oro blanco

Cada sociedad bautiza sus recursos naturales como oro de este u otro tipo. El más clásico es el petróleo u oro negro, recurso agotable por ser de naturaleza fósil, aunque sus reservas sean grandes. Nosotros tenemos oro rojo y blanco de la mejor calidad, solo basta una visita por nuestras bodegas para darse cuenta de ello.

Estudios recientes indican que pequeñas cantidades de alcohol reducen los riesgos de infarto y ello ha llevado a concluir que se debe a la reducción de la tensión arterial provocada por el alcohol. El estudio se ha realizado con personas que ingerían fundamentalmente licores destilados.

Se conoce como paradoja francesa al hecho de que en Francia, a pesar de consumir una alta proporción de grasas saturadas al igual que los países anglosajones, la incidencia de infartos de miocardio es notablemente menor que en ellos. Esta paradoja bien podría extenderse al arco mediterráneo. Se ha tratado de explicar este hecho en base al consumo de la dieta mediterránea, pero a pesar de su gran utilidad preventiva de diversas patologías esta dieta por si misma no lo explica de forma suficiente.

La paradoja se ha tratado de explicar también en base al consumo de alcohol, preferentemente vino. En palabras del gran cardiólogo Valentín Fuster, los estudios recientes han confirmado que el vino protege efectivamente el corazón y las arterias, siempre que se trate de cantidades moderadas de alcohol. Estos efectos beneficiosos del vino sobre la salud empiezan a ser entendidos científicamente en base a mecanismos fisiológicos y bioquímicos bien conocidos que son influidos positivamente por el alcohol. Uno de los beneficios del consumo moderado de vino sería el efecto hipotensor que tendría como consecuencia la disminución de la congestión cardiovascular en personas hipertensas.

Este es precisamente el efecto que se acaba de presentar en la prensa especializada. Otra de las acciones beneficiosas del consumo moderado de vino estaría en la capacidad anticoagulante del alcohol etílico, acción que se equipara a la de la aspirina. Esta acción se ejerce en varios frentes que convergen en la reducción de la agregación plaquetaria. No menos importante en la reducción del riesgo de infarto de miocardio es la capacidad antiinflamatoria del vino a través de la reducción de la actividad de las células sanguíneas del sistema inmunitario denominadas monocitos.

Respecto al transporte y metabolismo de las grasas, el vino es capaz de reducir la oxidación de las lipoproteínas de alta densidad (HDL: high density lipoproteins; el colesterol bueno), y por tanto aumenta la concentración del colesterol bueno en la sangre. Este carácter antioxidante del vino se cree que podría deberse a la presencia de diversas substancias que tienen dicho efecto, tales como los polifenoles, entre las más importantes. A pesar de todas estas acciones beneficiosas del vino que se extienden también al riesgo de sufrir accidentes vasculares cerebrales, no hay que olvidar que el alcohol es esencialmente un compuesto químico que en dosis elevadas es tóxico y muy perjudicial para la salud.

Además altera el comportamiento y es adictivo, provocando el alcoholismo del que tanto hemos oído hablar y que cada vez más afecta a nuestros jóvenes. En palabras de Paracelso, el gran precursor de la química moderna, «la dosis hace el veneno», que no es más ni menos que la máxima de que «en la moderación está la virtud».

Incluso el consumo de vino es materia que hay que aprender bien. Tenemos que cuidar este oro renovable o acabará desapareciendo. Oros rojo y blanco, «delicatesen» renovables, a menos que una filoxera fatal, una pertinaz sequía o un(a) político(a) voluntarioso(a) acabe con ellos.
Fuente:
Tomás Girbes para ABC es.

No hay comentarios.: