viernes, 8 de agosto de 2008

Cata a ciegas

Las degustaciones grupales se multiplican día a día en clubes de cata o simples reuniones de amigos y representan una de las mejores vías para que los amantes amateurs del vino vayan desarrollando su paladar. Y a la hora de comparar botellas, muchos participantes de estos grupos seguramente se habrán visto frente a uno de los asuntos más polémicos dentro del mundo del vino: la cata a ciegas.

Esta modalidad de degustación, en la que la identidad de las botellas permanece oculta, gana cada día más terreno en el mundo del vino, tanto a nivel profesional como amateur. Sin embargo, tiene casi tantos amigos como enemigos.

Sus defensores aseguran que la imparcialidad de esta técnica es imposible de lograr con las catas a la vista. Los condicionamientos externos como la marca del vino, el precio y la trayectoria de la bodega desaparecen detrás de las bolsas de papel que tapan la botella. Y así los catadores logran dejar de lado sus prejuicios para concentrarse sólo en sus sentidos. ¿Quién se animaría a poner una calificación negativa a un Petrus o a un Vega Sicilia? Seguramente muy pocos. Y por eso hay aquellos que van un paso más allá y aseguran que cuanto más se sabe, peor se cata: es mayor el bagaje cultural que influye en las percepciones sensoriales.

De la vereda de enfrente están quienes sostienen que la experiencia y el conocimiento de un catador deberían ser suficientes para no dejarse influir por una etiqueta conocida. Y además, aseguran que se priva al catador de una información valiosa. Asimismo mencionan que se deja de lado a otro de los criterios que a su entender son claves: la trayectoria de la bodega.

Pero más allá de los distintos argumentos, esta modalidad es obligatoria en concursos y también en clasificaciones de añadas de los distintos DOC, donde garantizar la objetividad de la cata adquiere un carácter vital. Claro que a la hora de evaluar un vino para su publicación, el debate se enciende. Algunos medios se mantienen firmes en su apoyo a la cata a ciegas y otros prefieren confiar más en sus ojos.

Muchos aseguran que este segundo grupo, en el que figuran célebres periodistas del mundo entero, busca protegerse de posibles equivocaciones y hasta evitar los descalabros comerciales que podrían generar algunas calificaciones negativas. Y la dificultad de detectar en cata algunas técnicas con mala prensa, como el uso de concentradores de mostos, levaduras aromáticas no autóctonas o chips de roble, tampoco es un tema menor a la hora de inclinar la balanza por una u otra técnica.

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